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Pasión por la tierra serrana

By Juan José Gutiérrez Álvarez 1386

Hace unos días experimenté la enorme alegría de volver a la Sierra de Querétaro, más concretamente a visitar amigos y viejos conocidos en Jalpan y Arroyo Seco. Soy un profesor universitario, nacido en Querétaro y enormemente orgulloso de este origen. La Sierra ha sido para mi desde muy pronto un lugar mágico por sus lugares y por su gente.

Mientras realizaba mis estudios de doctorado en Antropología Cultural en California por allá en los años noventa, decidí que dedicaría una parte substancial de mi investigación a comprender el proceso de reforma agraria que se anunciaba durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Se acordarán los lectores del mentado Procampo y del Programa de Certificación de Derechos Agrarios (Procede).

Me interesaba documentar las respuestas de diferentes comunidades rurales mexicanas a la reforma, pero centrándome en dos zonas que pudieran ilustrar lo que estaba ocurriendo a nivel nacional.  Seleccioné entonces a una comunidad del municipio de Pedro Escobedo, que se decantaba a favor de la reforma, y otra de la Sierra de Querétaro, que se declaraba decididamente en contra de la propuesta y procedimientos para la transformación de los ejidos mexicanos.

Después de casi treinta años me preguntaba qué habría sido de estas dos comunidades y para eso regresé esta vez. ¿Qué consecuencias había tenido el proceso en la Sierra?

Antes de compartir a los lectores mi impresión tengo que dar un poco de contexto.

En esta visita, al igual que en las anteriores, tuve la suerte de contar con el apoyo de varias personas que me permitieron poder acceder a entrevistar a aquellos actores locales que por su trayectoria han jugado un papel muy importante en la definición de los eventos que van definiendo el camino de la sierra.

En esta ocasión conocí a personas que me han permitido ver en su narración el pasado el presente y el futuro de la sierra.

Por una parte, pude visitar a dos prominentes lideres agrarios locales, con los cuales hilar parte de la trayectoria del campo en la Sierra. De ellos quiero hablar en próximas entregas.

Por otra parte, tuve la gran fortuna de conocer al Profesor Benjamín Álvarez Esteban un educador y periodista extraordinario que, en su trabajo constante y metódico, permite una ventana a los sucesos actuales de la región.

Finalmente pude conocer a unos jóvenes estudiantes universitarios que sin duda reflejan la promesa enorme de la Sierra. De ellos y de la presencia de la Universidad en la Sierra también quiero compartir mis impresiones.

Quiero dedicar esta primera reflexión a la figura de un gran gestor agrario, Don Andrés Ramírez, de Ayutla, a quienes muchos de ustedes conocerán por su tozuda lucha por los derechos agrarios de su pueblo y de la Sierra, pero quizá sepan menos de los extraordinarios eventos con que logró en beneficio enorme para toda la Sierra ya desde el tiempo de aquel famoso gobernador, Don Rafael Camacho Guzmán (1979-1985).

Como observador externo, veo que hay muchos hombres y mujeres de la Sierra que al margen de sus definiciones por un partido o por otro, han logrado grandes cosas para los serranos: caminos, recursos, apoyos, infraestructuras. Sin duda el de Don Andrés es un ejemplo muy importante y destacado.

Camacho Guzmán se perfilo pronto como un candidato priista a la gubernatura del estado muy diferente a los anteriores. Este candidato venía de filas sindicales, no tenía credenciales académicas, era el ciudadano Rafael Camacho Guzmán y se murmuraba que miraría por los menos afortunados.

En esos años había solo una carretera federal que se había construido en 1965, pero muy pocos caminos transitables todo el año. Para subir a Santa María de Cocos, por ejemplo, pues solo con mulas. Andrés Ramírez sabía que, si lograban llevar al gobernador a aquellos parajes, esto dejaría una huella indeleble en el candidato y que a cambio se lograría que parte del presupuesto del Estado se destinara a lograr mejoras para toda la Sierra.

El entonces senador Don Rafael Camacho Guzmán, locutor y sindicalista originario de Huimilpan, subió a su urbana comitiva en mulas, y siguiendo las indicaciones de Don Andrés Ramírez y sus gentes se apasionó por la Sierra de Querétaro. Yo no dudo que, como consecuencia de esta visita de campaña en Ayutla, en Cocos y en muchos otros rincones de la Sierra, Camacho decidió la construcción de la red de carreteras de la Sierra.