Las amonestaciones se deben hacer en privado para guardar la honra del amigo. Luego se ha de hacer en el momento oportuno, no cuando se esta enojado o de mal humor, señalando detalles prácticos que ayuden al amigo a detectar claramente sus yerros.

   Se ha descuidar que la amonestación no lleve amargura y que la represión sea sin afrenta sin desprecio sino cierta comprensión, sencillez y cortesía, como quien busca ser escuchado.

   A veces no será suficiente con decir las  cosas una vez, si no que, con paciencia hay que perseverar en la corrección sin tampoco ser encimosos.

   Así pues como es propio de los amigos reprender y ser reprendidos y que el uno lo haga con libertad y sin aspereza y lo lleve el otro con paciencia no con resentimiento.

   Así también se ha de creer que no has preste mayor en la amistad que el halago  y  la condescendencia  pues por muchos caminos es muy abominable este  vicio, de hombres ligeros y engañosos y que todo lo hablan para la complacencia  y nada con conforme a la verdad.

   Hay muchos que se pasan la vida buscando un amigo en quien confiar y “solo encuentran un traficante, un histrión, un mendicante de honores sin reparar en que le falta lo primario: el honor y lo que sigue: la  lealtad.

   La lealtad, finalmente, cierra las voces de la critica venga de  donde venga y se abre por el contrario, a la corrección oportuna y discreta. Si la critica además, es injusta por resultar contraria a la verdad, debe salirse en defensa del amigo, no solamente por amistad, si no en las de la justicia y en defensa dela verdad. La lealtad así entendida, es signo evidente de fortaleza.

   Es muy importante conservar amigos o amigas que tienen el valor de la lealtad pues estos amigos son realmente valiosos.

  Los amigos leales te lo demuestran siempre y son muy especiales en tu vida y atreves del tiempo. Estos duran toda la vida.

   Los amigos son para siempre. Muchas gracias hasta la próxima semana.

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